El término mantra tiene su origen en el sánscrito (se cree que
en las palabras manah y trayate) y significa liberación de la mente. Para otros
autores la palabra mantra está compuesta de la raíz verbal man (pensar) y el
sufijo tra (instrumentalidad). En este sentido un mantra sería un instrumento
para la liberación espiritual.
Si bien el uso de los mantras puede ser muy diverso, en este
blog nos ocuparemos de los mantras que se utilizan para el acto contemplativo.
Un mantra puede estar formado por una sílaba, una palabra, una
frase o un texto y debe ser repetido con entrega y concentración. El numero
sagrado de repeticiones más común es 108. Un mantra es un sonido y el sonido es
vibración. La vibración es energía y los hindúes consideran que los mantras sirven
para generar un determinado tipo de energía o para modificarla. Muchas escuelas
de meditación hacen hincapié en la perfecta pronunciación del mantra para
lograr determinados efectos.
Cuando investigué sobre el tema me encontré con un enfoque muy
particular acerca de la razón del funcionamiento de los mantras. John Blodfeld,
un hombre que ha vivido muchos años en China y ha recibido instrucción en
varios monasterios, sobre todo de lamas tibetanos, en su libro “Mantras,
sagradas palabras de poder” llega a una curiosa conclusión: “el shabda (sonido
sagrado) tiene más que ver con arquetipos sonoros que con el sonido realmente
emitido”. Cuando se habla de arquetipos hay que comprender que se está
mencionando a lo simbólico que hay dentro de nuestra mente y que eso tiene un
poder al cual se puede acceder a través del mantra. Blodfield ha visto a mucha
gente entonar mantras sin que estos fueran propios de su idioma de origen y,
por eso, muchas veces mal pronunciados. El mismo se ha expuesto en este tipo de
situaciones y, en su libro, cuenta como diciendo palabras de las cuales no
sabía su significado y con una pronunciación defectuosa había logrado elevar su
nivel de consciencia.
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